NUEVE DE ESPADAS



He ahí el NUEVE DE ESPADAS del mazo dibujado por Pamela Colman-Smith siguiendo las instrucciones del ocultista Arthur Edward Waite. En ella se ve a una mujer sentada en un lecho cubierto con un manto que recuerda vagamente al de La Emperatriz, con nueve espadas colocadas horizontalmente con la punta dirigida hacia la derecha. Waite escribe en "La Clave Pictórica del Tarot" que la mujer que está sentada en el lecho no está acostumbrada al dolor y que ahora cae todo sobre él sin que ella pueda controlarlo.

El 9 es el último número con Vibración. El siguiente, el 10, ya se puede descomponer y reducir a una sola cifra. Por ser el 9 el último de la serie de cifras, anuncia a la vez un fin y un nuevo comienzo.Por tal razón el 9 se asocia a la idea de un nuevo nacimiento y germinación, simultáneamente a la idea de muerte. El 9 expresa el fin de un ciclo donde el anillo se cierra y continua.

En una interpretación de primer nivel, son las espadas (las ideas) las que provocan el llanto de la mujer. Una mujer que, por otro lado, no necesita nada material (el manto es, recordemos, parecido al de la Emperatriz). Esa culpa y ese arrepentimiento, ese llanto desolado no obedece más que a pensamientos nocivos contra uno mismo: Crueldad Contra Mí Mismo. Está asociado con esos pensamientos maravillosos que logran convertirnos en una masa gelatinosa y llorosa de culpa, verguenza y a una facilidad sorprendente para insultarnos sin piedad ni compasión.

Con esta carta, el/la consultante, ante una situación adversa, automáticamente logra echarse la culpa al 100% del desastre, eximiendo de cualquier responsabilidad al Otro y torturándose, como en un presidio de la Santa Inquisición, preguntándose si hizo todo lo posible por salir de esa situación (que si lo hizo), si realmente puso todo lo necesario (que lo puso), si no fue suficientemente EstoOLoOtro (fue exquisitx). Esta tortura autoimpuesta, esta forma brutal de castigo personal, es válido en cualquier entorno de la vida. Es una carta de pensamientos del el/la consultante que van contra la/el consultante.

El pesimismo también está asociado a esta carta, siempre considerando que el/la consultante crea realmente que no es capaz de hacer algo bien (siempre desde su personalísimo punto de vista). Es una carta de freno y, a la vez, de advertencia: deja de pensar tonterías o sea lo que sea que estás haciendo, terminará, porque pasas más tiempo haciéndote daño que haciendo lo correcto para ser feliz.


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