ANTES DE EMPEZAR...



Parto del supuesto de que el conocimiento que tienen de lectura de tarot es inexistente o tan bajo que da un poco de pena ver cómo leen las cartas. Que han leído algún librito de tarot y el Diccionario de Arcanos da respuestas que siguen fielmente el llamado Efecto Forer, es decir, la constatación de que, siguiendo fielmente las definiciones de esos libritos, damos altos índices de acierto a descripciones de la personalidad que supuestamente se adaptan específicamente para Consultante, pero en realidad son vagos y lo suficientemente generales como para aplicarse a una amplia gama de personas. Es decir, palabrería hueca.

La Vía Sanitaria de lectura del Tarot se enfoca en eliminar el Efecto Forer de sus lecturas, es decir, que aprendan a dejar de decir vaguedades abstractas y se centren más en la pregunta que Consultante hace, que conecten verdaderamente con Consultante. Dado que las preguntas son siempre sobre algo mundano (amor, sexo, economía, problemas familiares, etcétera) prescindiré de cualquier tipo de interpretación esotérica rebuscada, más que nada porque solo servirían para personas cuya raíz cultural sea judeocristiana, europea y de piel más o menos clara. Tampoco presto atención a la Cábala, cristiana o hebrea, la numerología, la astrología o la interpretación simbólica de los colores de las cartas porque restringe y castra las posibilidades interpretativas: esa interpretación esotérica no es válida para un bantú, un mapuche, un siberiano o un micronesio. 

Eliminar el efecto Forer de sus lecturas, es decir, alcanzar ese punto de personalización y de identificación de Consultante en las cartas implica distinguir el género de Consultante, el sexo del Consultante. Pero no es "Lectura Terapéutica" (Lo Terapéutico está asociado a la Medicina, y no creo que leer las cartas forme parte de ninguna práctica médica ni terapéutica conocida), ni "Lectura Sanadora" (la Sanación parte del supuesto que Consultante tiene alguna enfermedad compleja y la lectura de cartas, el poder de las palabras que el tarotista dice, son suficientes como para que Consultante recupere su salud, o ayudan a ello). 

También presupone que ustedes no saben más que una gitana o un peluquero en la Francia del siglo XVIII. Que entienden que, quizá su vecino, el impresor Nicolas Conver, les ha regalado un mazo de cartas con el que se juega al Tarot, un juego para dos, cuatro o seis jugadores y que se ha puesto de moda "lo italiano" (no es hasta 1930, gracias al editor Paul Marteau, que estas cartas se llaman "Tarot de Marsella"; hasta entonces se llaman "Cartas de Triunfos al estilo italiano" tal y como reza en los catálogos de la Biblioteca Nacional Francesa). Entienden, también, que en 1761, la calidad de las tintas y las posibilidades de impresión eran mucho más limitadas que ahora. Y que, a diferencia de los mazos italianos, en los que predomina el verde, el blanco y el rojo, en los franceses destacan el rojo, el blanco y el azul. Entienden también que no son astrólogos, quizá ni siquiera sean cristianos y que en unas cartas aparezca el Papa o la Papisa les hace gracia (a los neerlandeses les parecía abominable que aparecieran estas dos alegorías y las reemplazaron por Juno y Júpiter o Juno y Baco; a los sicilianos, la sola aparición del Diablo en unas cartas atraía la mala suerte, así que lo reemplazaron por un barco).

Así que esta Vía Sanitaria de lectura empieza imaginando que son ustedes tarotistas aficionados, personas que después de unas cuantas rondas de pastis, o de otro licor, son capaces de conjeturar, al más puro estilo Court de Gebelin, que apostarían su fe a que estas cartas encierran un mensaje oculto y cifrado. 

Puedo intuir que, comparando la calidad de los dibujos con la obra de otros artistas, grabadores, miniaturistas de la misma época, las cartas del tarot parecen dibujadas por un aficionado o por un caricaturista. Y que algunas de esas alegorías ya las han visto antes, o saben que se inspiran en obras de arte anteriores, ya sean cuadros, esculturas, grabados o miniaturas. O, en otras palabras, las cartas del tarot son emblemas. 

En el siglo XVII tampoco existía Jung y sus arquetipos, ni el psicoanálisis. Así, las láminas del tarot son emblemas alegóricos. Más adelante, cuando tengan claro el sentido alegórico de los arcanos, podrán añadirles significados, descubrir simbolismos ocultos, relacionar cada arcano con cada uno de los capítulos del Apocalipsis o con las 22 letras del alfabeto hebreo. Podrán, si les parece interesante, añadir visiones imaginarias de mundos espirituales solo alcanzables bajo los efectos de algunas sustancias psicotrópicas o mediante meditación profunda-profunda. Pero eso cuando ya no sean amateurs, cuando entren en el siglo XIX y XX y aparezcan "los esotéricos"…

Estas conferencias no están enfocadas sobre ningún mazo en particular (no son el Libro Blanco de ningún mazo), es decir, sirven para cualquiera que siga la ordenación clásica definida por los mazos italianos y franceses del siglo XVII y XVIII: 22 arcanos mayores, 16 figuras de corte, 40 arcanos menores o cartas de palo. Créanme: el 5 de Copas del mazo de Marsella se interpreta exactamente igual que el 5 de Copas del tarot Waite & Colman o que el 5 de Copas del Tarot de Thoth de Crowley & Harris en esta Via Sanitaria.



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