The Courtesans (IV): THE COURTESANS DE VARAS



Conjeturo que son noveles en la interpretación del tarot, que quizá sepan algo de Arcanos Mayores y que les encantaría hacer lecturas mejores. Presupongo que no tienen conocimientos esotéricos más allá de cuatro frases, cinco conceptos y seis nociones. Intuyo que les da miedo fallar o equivocarse al leer las cartas. Sospecho que se han encontrado con algún librito de tarot (una enciclopedia o diccionario ilustrado con las cartas de un mazo) y que no han comprendido nada o poco o, sencillamente, como al que esto escribe, le han parecido aburridos, sosos y, en general, incomprensibles y farragosos. ¿De verdad creen que una gitana del siglo XIII o XIV interpretaba las cartas como lo hacen los escritores de tarot del siglo XX más famosos o célebres? ¡No!. Es justo este sistema el que pretendo enseñarles: el de los lectores de cartas en los burdeles del puerto de Marsella, el de los feriantes medievales, el del tarotista de taberna maloliente y sucia que se ríe del poder y lo humilla, caricaturizándolo (¿es comparable el retrato de Clemente VII de Sebastiano del Piombo con la caricatura de un Papa que aparece en los mazos de tarot?)...






Las Varas son la alegoría del Sexo, no como el acto sexual en sí, sino entendido como el deleite de los sentidos, el placer. Así, todos los Courtesans de Varas tienen una visión hedonista de la existencia. La carne, la lujuria, el taoísmo se encierran en la varas. No interpreten Sexo como órganos sexuales o un catálogo de acrobacias que han encontrado en algún manual. Es actividad encaminada a la obtención de un placer que puede ser físico, pero que también es emocional e intelectual. de ahí que se asocie comúnmente con la Creatividad, entendida como la aplicación de una voluntad encaminada a obtener una satisfacción personal. Desarrollar un hobbie o afición, sea cual sea este hobbie, está en las Varas. Pero esa satisfacción debe ser inmediata, de ahí la Impaciencia característica de los Courtesans de Varas: ese ímpetu, esa fogosidad, esa baja tolerancia a la frustración y alta facilidad para el enfado. Pero, como los Oros, de menos a más: frente a la ausencia de refinamiento, de cierta brutalidad, de cierto necesidad de experimentación sin reflexión de la Sota hasta el sibaritismo elegante del Rey. Frente a la cantidad de las experiencias de la Sota, la calidad de las experiencias del Rey.

Es justo esta búsqueda insaciable de cierto placer, ese Fuego que Cabalga Conmigo, el que convierte en compatibles a las Varas con la sensualidad húmeda de las Copas y la que la hace incompatible con la Ley (Espadas) o el Orden (los Oros). Porque el desarrollo de cualquier actividad lúdica o recreativa choca contra el Orden establecido (¿son todos esos Retos Virales, "normales" o inocuos y aceptables o se enfrentan a un determinado tipo de realidad confrontándola?) y, en general, se enfrenta a la Ley (¿no sienten acaso las mujeres deseo sexual? ¿qué hay de malo en manifestarlo, salvo que la Ley de las Espadas convierte a esas mujeres en Prostitutas o algo peor?).

Los Courtesans de Varas actúan, toman decisiones de forma impulsiva, no reflexionan. No esperen grandes compromisos o promesas de estos personajes, tampoco se hagan ilusiones acerca de la continuidad de lo que hacen. Buscan placer y reconocimiento íntimo, pero es imprescindible que exista público. Así, a diferencia de los Oros o las Espadas que conviven estupendamente bien con el aburrimiento, la monotonía y la rutina carcelaria, las Varas lo detestan. Los Rebeldes Sin Causa se encierran en la Sota de Varas, los que desobedecen o cuestionan tanto a la Ley como al Orden, están en el Rey.

Pero piensen por su cuenta, añadan sus matices y hagan sus propios retratos de los personajes: sean, por un instante, Picasso o Tiziano, Tamara de Lempicka o Louise Bourgeois y pinten, en su Imaginación, un cuadro: el Retrato de Familia de Varas y diviértanse!


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