CINCO DE COPAS



Esa carta es el CINCO DE COPAS del tarot diseñado por A.E. Waite y dibujado por Pamela Colman-Smith. En el librito, "La Clave Pictórica del Tarot" escrito por Arthur Edward se lee la siguiente descripción: Un hombre de espaldas cubierto con un vestido oscuro mira tres copas derramadas a su izquierda. Detrás de él, dos copas más. Al fondo, un puente que conduce a una pequeña hacienda o propiedad. Pero la alegoría de Pamela es más interesante, ella pinta más.

El Cinco el número del microcosmos y símbolo de la unión de los desiguales en los que el 3 es el principio activo o masculino y el 2 el principio pasivo o femenino. En la carta, son tres las copas derramadas, es la acción lo que no ha tenido sus frutos.

El negro ya sabemos que se corresponde con el punto más bajo o de origen de la escala alquímica que prosigue con blanco, rojo y desemboca en oro. Detrás del hombre, se ve un paisaje en verde, un río y un puente. Ya sabemos que el puente simboliza el paso de un estado a otro, un cambio o alteración profunda en la psique. El río tiene una doble significación: fecundidad, fertilidad y riego constante y por otro lado, el transcurso irreversible del tiempo, el abandono y el olvido.

Dicho todo esto, la interpretación de primer nivel de esta carta podría resumirse en una palabra: Decepción. Toda la acción que se ha realizado, todos los frutos de nuestro esfuerzo se han derramado y se han perdido. Nos quedamos en un terreno desértico. Detrás nuestro queda nuestro lado más receptivo, más pasivo. Al fondo, un cambio hacia un estado anterior (en el 4, la casa es una mansión señorial, en el 5 es sólo una pequeña hacienda o villa). El río frente a nosotros es un símbolo de olvido y abandono. De retroceder, dar marcha atrás, volver a un punto de origen que ahora está desdibujado (esa casa lejana en el espacio). Es casi un punto final. Una zona de descanso y de reflexión. De introspección. De búsqueda de respuestas. Volvemos al inicio, pero ya hemos derramado tres copas. Un cierto cansancio se apodera de nosotros. Tres cuartas partes de la carta son cielo casi blanquecino (ocre en la versión PAM-A de la izquierda). No hay nubes, no hay sol. Puede ser el alba o puede ser la luz de la muerte. El ocre, dice Wirth, es el color de la desesperación. Las expectativas no se cumplen y dan paso a la frustración y al desencanto. Eso que, comúnmente, llamamos Decepción.


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