CUATRO DE PENTACULOS



Ese hombre con corona sentado y encogido, con un pentáculo en la cabeza, otro entre sus manos y dos más bajo sus pies el es el CUATRO DE PENTÁCULOS del tarot dibujado por Pamela Colman-Smith siguiendo las instrucciones, no siempre precisas, del gran ocultista británico Arthur Edward Waite. Detrás, en un segundo plano, lo que podría ser una ciudad o ciudadela.

El simbolismo de la ciudad o de la arquitectura es el mismo que se aplica a montañas y otros accidentes geográficos y hace referencia al mundo espiritual. En este caso no se trata de un rey, sino de alguien con corona, en el que la corona hace la función de disfraz o de rol en una comedia o tragedia determinada. El simbolismo del rey, como gobernante regio y justo se ve aquí alterado por la propia constitución de la corona, más parece una almena o el borde de una muralla que una corona en sí. El rojo y el negro que básicamente colorean el vestido del pseudo-rey, señalan dos puntos alquímicos esenciales: el rojo de la acción, el negro del principio.

Una interpretación de primer nivel de esta carta podría asociarse a la palabra Ahorro. El rey, tal y como lo describe Waite, sólo es por lo que tiene, de ahí esos pentáculos a los que se aferra con cierta desesperación. Detrás, una vida espiritual que sólo es valorable en términos materiales (la arquitectura y, en general, los edificios hacen referencia a la materialidad de las cosas, al sentido moral de los actos o a términos abstractos como Honor, Gloria o Dignidad). El CUATRO DE PENTÁCULOS es ahorro y, por lo tanto, es una celda dentro de una prisión. Un castillo con rejas de oro, en el que el valor de las cosas determina la acción. Esta carta aparece en situaciones que son incómodas emocionalmente para el consultante pero que en términos de Valor Social son valiosas. Es una carta de fingimiento, de sentirse cómodo en una situación levemente incómoda, todo sea por mantener algo que parezca prestigio social o aceptación de los demás. Es una carta de detención, de análisis de la situación, de inmovilismo ideológico, ese pentáculo en la cabeza (cualquier idea que proponga una revisión o transformación de las creencias sobre las que se asienta la Moralidad se rechazan de plano apelando a la Tradición o a lo "Normal").


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