CUATRO DE VARAS



Ese es el CUATRO DE VARAS del tarot diseñado por Arthur Edward Waite y pintado por Pamela Colman-Smith cuya descripción, según escribe Waite en "La Clave Pictórica del Tarot", es: Cuatro varas sostienen una guirnalda. Dos muchachas levantan unos ramilletes de flores. A la izquierda hay un puente sobre un foso que conduce a una casa señorial. Pero Pamela pinta más,

Las cuatro varas sosteniendo una guirnalda forman un palio. Las guirnaldas tienen el sentido simbólico de espiritualidad convertida en materia. Las cuatro varas forman un cuaternario, Platón dice, "el ternario es el número de la idea; el cuaternario es el de la realización de la idea". El cuaternario, por tanto, se corresponde con la tierra. Jung se ha interesado profundamente por el simbolismo de la cuaternidad y a su imagen ha constituido la organización de la psique humana, dotándola de cuatro funciones: percibir, intuir, sentir y reflexionar. En similar disposición y organización cuaternaria aparecen los componentes principales, arquetipos, del ser humano, según dicho autor: Anima, sombra, yo, personalidad, en derredor del Selbst o «Dios en nosotros» . También podemos situar las fases de la operación alquímica en un orden cuaternario; de lo inferior a lo superior: negro, blanco, rojo, oro.

Las dos mujeres se corresponden con la "Obra en Blanco" y la "Obra en Rojo" alquímicas de René Guenón. Ambas se corresponden con procesos de iniciación, la Obra en Blanco, propia de la iniciación caballeresca, y la Obra en Rojo, propia de la sacerdotal. El blanco también es el color de la muerte (los sudarios, los espectros son blancos. Y es el color del alba, del nacimiento del día. Al blanco se le opone el rojo (no el negro). El rojo es vida frente a la muerte, sangre frente a la nada y el vacío. En la carta ambas van de la amno y llevan ramilletes de flores, símbolo de fecundidad y felicidad.

El puente une al ser humano con dios. El puente, por extensión, simboliza el paso de un estado a otro, el cambio o el anhelo de cambio. La casa señorial, trasposición arquitectónica del cuerpo humano, incluye fachada (el lado manifiesto del hombre) y personalidad (ese aire señorial de Waite) que es la máscara.

Esta carta, en una interpretación de primer nivel podría ser el fin de una época para dar paso a la siguiente, la consumación de una tarea para empezar otra. Dicho de otra forma: esta carta habla del fin de una época, de un cambio en la forma de pensar o sentir. Las cuatro varas que sostienen la guirnalda hablan de lo que somos en este momento. Dos procesos alquímicos vienen con nuevas flores para las guirnaldas: con el primero, el blanco, lunar, femenino, modificamos nuestras emociones y las asentamos; con el segundo, el rojo, masculino, viril, modificamos nuestra acción. La suma de ambas, es el camino hacia la perfección espiritual, el oro alquímico. Con ambas, opuestas y complementarias, alcanzamos nuestra propia identidad. Detrás dejamos la fachada y personalidad por la que éramos conocidos, nos alejamos del grupo, y nos centramos más en lo que necesitamos o queremos. Es una carta de cénit, de alcanzar el apogeo. A partir de aquí todo es lenta declinación, lenta caída hasta el 10.

También se identifica con una palabra: estancamiento o rutina aburrida. La carta pide que el consultante busque realmente en su interior qué quiere o qué necesita, mire la realidad objetivamente y acepte que ya ha llegado al techo (la casa inmóvil frente al dinamismo de las mujeres corriendo o danzando). Queda o conservar lo que se tiene, es decir, estancarse o crecer. También puede ir hacia atrás, claro, pero la carta no dice que eso sea posible, más bien habla de la necesidad de hacer un cambio necesario.

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