HISTORIA DEL TAROT I: Del Nayb al Naipe



El desembarco de los naipes


Solemos pensar en la Edad Media como un período triste, de tonos grises, donde la faena agrícola, la religión y la guerra no dejaban espacio alguno para las actividades lúdicas. Todo lo contrario, también por entonces gustaban del juego y la diversión. El ajedrez era el que gozaba de mayor prestigio entre los nobles, en las tabernas no podían faltar unos dados y en los monasterios tallaban tableros de alquerque en la piedra para jugar en claustros y pórticos. Las cartas, sin embargo, fueron un descubrimiento tardío, pues no llegaron a Europa sino hasta el siglo XIV.

Falta aún mucho trabajo de archivo, sobre todo en los países de Europa del este, para poder reconstruir el proceso con precisión; sin embargo, es probable que las cartas entrasen desde Oriente por dos frentes: uno por la frontera de Centroeuropa con los mongoles y otro, quizás más reciente, por el Mediterráneo. En cualquier caso, todo indica que hacia 1370 debían de ser lo bastante populares como para que las autoridades se tomaran la molestia de incluirlas entre los juegos prohibidos, tal y como hicieron con los dados y otros juegos de azar que solían provocar problemas sociales. Así, por ejemplo, hay constancia de edictos prohibiendo las cartas en Florencia, Siena y París en 1377 y en Regensburg, Alemania, al año siguiente. En Barcelona y la ciudad francesa de Lille se prohibieron en 1382; dos años después, en Valencia; y en 1387, por un edicto de Juan I, ent todo el reino de Castilla.Cuatro cartas de la llamada baraja morisca, conservada en el Museo Fournier de Naipes de Álava, realizada a principios del siglo XV.




A pesar de esta condena inicial, las cartas terminaron siendo un juego legal practicado por plebeyos y cortesanos y, en apenas tres décadas, se difundieron por toda la Europa continental, sobre todo a través de las grandes ciudades portuarias o situadas en vías fluviales y comerciales, como Barcelona, Valencia, París, Florencia, Basilea, Núremberg y Marsella. Y aquí nos encontramos ya con uno de los grandes misterios que rodean la génesis del tarot: ¿cómo es posible que las cartas extendieran con tanta rapidez en una época en la que aún no existía la imprenta?

Es probable que esta celeridad guarde relación con la industria papelera. El papel llegó a Europa en el siglo XII y, poco a poco, fue ganando terreno al pergamino, mucho más costoso de producir. Ya en el siglo XIV, en vísperas del desembarco de las cartas, existían numerosos centros de producción papelera, los cuales solían ubicarse cerca de ríos de agua clara, pues el proceso de fabricación consumía muchísima agua y el transporte de las pesadas resmas de papel resultaba mucho más cómodo si seguía una arteria fluvial.

Por entonces, el papel se fabricaba con trapos viejos de color blanco, que se trituraba en molinos de agua y luego se dejaba fermentar para conseguir pasta de papel. La demanda de papel aumentó mucho a finales del Medioevo, en gran parte debido al desarrollo de las universidades, el comercio y las actividades burocráticas inherentes a la administración de unas ciudades cada vez más pobladas. Los artesanos papeleros, incapaces de abastecerse con la ropa vieja que podían conseguir en las cercanías, fueron cada vez más lejos en su busca. En Italia, donde la industria papelera era muy fuerte, surgió un nuevo tipo de profesional, el cenciaiolo o straccivendolo, el mercader de trapos viejos. Estos mercaderes tejieron una red comercial por todas las grandes ciudades y, como explican Lucien Febvre y Henri-Jean Martin, «muchos naypiers, maestros naiperos, eran también cenciaioli». Por lo tanto, podemos sospechar que, cuando llegaron las cartas a Europa, no tardaron en expandirse por las mismas arterias comerciales que habían abierto los profesionales del papel. Ahora bien, ¿de dónde habían salido exactamente aquellas cartas?


Cartas mamelucas

En una crónica de la ciudad italiana de Viterbo escrita por un fraile llamado Francesco d'Andrea, hoy perdida pero citada por fuentes posteriores, se dice que «en el año 1379 llegó a Viterbo el juego de las cartas, que en el habla de los sarracenos se llama nayb. Por este documento y otros similares, los expertos coinciden en que el origen inmediato de los naipes europeos se encuentra en el mundo árabe, adonde habrían llegado desde India o China después de pasar por Persia. De hecho, el término nayb, al igual que otras variantes de la época, como naibi, nahipi o naips, probablemente sería una deformación de na'ib, virrey, nombre que recibía una de las figuras de las barajas árabes. Es de este término de donde deriva la palabra española «naipe» para designar genéricamente las cartas de juego.

Una hoja sin cortar de una baraja realizada hacia el año 1414 en Barcelona


Aparte de alguna carta suelta, la baraja árabe más antigua que se conoce es la llamada «Baraja de los Mamelucos», que fue pintada a mano hacia el año 1400. Se conserva casi completa en el Palacio de Topkapi, en Estambul. Las cartas son grandes, de unos 25 cm de alto por 9,5 de ancho, y están decoradas con gran virtuosismo. Cada palo está formado por diez cartas numerales y tres cartas de la corte, que se identifican por unos textos explicativos enmarcados en un recuadro azul y no por su apariencia formal, pues en la tradición musulmana, por lo general, estaba mal considerada la representación de figuras humanas. Estas tres cartas de la corte son el rey (malik), el virrey o gobernador (na'ib) y el segundo gobernador (na'ib thani), que al llegar a Occidente se convirtieron en el rey, el caballo y la sota de la baraja latina; y en el rey (könig), la sota mayor (ober) y la sota menor (unter) de la baraja alemana.

El profesor Leo Aryeh Mayer, quien dio a conocer la baraja en un artículo publicado en 1939, sostenía que esta baraja mameluca constaba de cinco palos, pero un análisis más detallado de Michael Dummett y Kamal Abu-Deeb en 1973 reveló que, en realidad, eran cuatro, los mismos que se conservan, adaptados, en las barajas latinas. El primero son las cimitarras, el sable curvo característico del mundo musulmán, que se enderezaron para convertirse en espadas cristianas. Otro son los dírhams, una moneda milenaria del mundo musulmán. Este palo, que en español se tradujo como «oros» y en italiano «denari», resulta muy útil para datar las barajas, pues, aunque en las cartas mamelucas se muestran unas monedas genéricas, en Occidente fue costumbre representar las monedas en curso de cada lugar. El tercero son los tacos de polo, un deporte ecuestre ya por entonces muy popular en Oriente, sobre todo en Persia. En Occidente no se conocía y, en España, aquellos tacos se transformaron en bastos, es decir, en porras, un arma de madera propia del mundo rural; mientras que en Italia, los convirtieron en «bastoni», mazas ceremoniales. El cuarto palo de las barajas musulmanas también resultaba extraño. En turco se conocía como «tûmân» y vendría a representar lo «muy numeroso». Pero su apariencia sí que resultaba clara, eran copas.

Cuatro cartas de la baraja mameluca. De izquierda a derecha: diez de dírhams, rey de tûmân, cuatro de cimitarras y dos de tacos de polo


El escurridizo antepasado del tarot

Como vemos, resulta fácil identificar al ancestro de la baraja latina. Los cuatro palos (oros, copas, bastos y espadas), las tres figuras (rey, caballo y sota) y las diez cartas numeradas derivan directamente de las barajas del mundo musulmán. Sin embargo, en el tarot nos encontramos con dos características peculiares que no guardan relación con las barajas musulmanas: cuenta con cuatro figuras en vez de tres (sota, caballo, reina y rey) y tiene un quinto palo de cartas con funciones especiales, los Triunfos, con mayor valor que las ordinarias. Más adelante profundizaremos en la cuestión de las reinas, centrémonos ahora en los Triunfos. ¿Fue el tarot la primera baraja que incorporó un quinto palo con triunfos o ya existía algún juego más antiguo con esta característica?

Detalle del folio 313v del Meliadus or Guiron le Courtois (1352-1362), en el que se muestra una partida de cartas, una de las primeras representaciones gráficas de los naipes en Europa (gracias a R. Place por el descubrimiento)

En este sentido resulta interesante destacar que en Alemania se produjo una gra creatividad en torno a los naipes desde un principio. En general por toda Centroeuropa, tal vez por la mayor lejanía geográfica y cultural con el mundo árabe, tal vez porque conocieron los naipes por los mongoles, emplearon otros símbolos para diferenciar los cuatro palos, corazones, hojas, bellotas y cascabeles, de los que derivan los motivos de la baraja francesa: corazones, picas, tréboles y rombos.

Además de adaptar los símbolos de los cuatro palos a sus propias referencias culturales, también desarrollaron una gran variedad de barajas con un estilo original. El documento que nos aporta más información al respecto es la homilía "Tractatus de moribus et disciplina humanae conversationis". Se piensa que fue escrita en 1377 por un monje dominico llamado Johannes von Rheinfelden en la ciudad alemana de Friburgo de Brisgovia, pero el manuscrito original se ha perdido y sólo se conservan cuatro copias: tres de 1472 y una de 1429. Inspirándose en El juego del ajedrez ("De ludo scachorum") del monje dominico Jacobo de Cessolis, Johannes utilizó las cartas como una excusa metafórica para exponer su visión moral de la sociedad.

Una de las barajas que describe era una colección de 52 cartas que se organizaban en cuatro palos de 13 cartas. Cada palo incluía diez cartas numeradas y tres figuras de la corte: un rey y dos cargos que denomina «marschallis» (oficiales). También menciona otra con la misma estructura, pero con reinas en vez de reyes. También menciona barajas con dos reyes y dos marschallis, con seis reyes y sus respectivos marschallis, con cuatro reinas y sus cuatro doncellas… Esta gran variedad de barajas parecen síntomas de una fase de experimentación que, además, podemos confirmar con una serie de barajas lujosas de origen alemán realmente insólitas: las barajas de caza.

La más antigua de las que se han conservado es la "Baraja de Stuttgart" y fue realizada hacia 1430. Entre cartas numeradas y figuras de la corte, consta de 52 cartas repartidas en cuatro palos que simbolizan elementos de la caza: dos eran presas (ciervos y patos) y los otros dos, cazadores (perros y halcones). Otra baraja similar es la de Ambras, realizada unos diez años después, cuyos palos son halcones, perros, garzas y reclamos. Se diferencia de la baraja de Stuttgart porque, además del unter (sota inferior), el ober (sota superior) y el rey, incorpora una cuarta figura a la corte: la reina .

Por la homilía de Johannes y las barajas de caza podemos inferir que, en el último tercio del siglo XIV, en Alemania experimentaron distintos diseños y estructuras, por lo que resulta razonable preguntarse si alguno de ellos pudo ser el origen del tarot.


Los ocho emperadores del maestro Ingold

El juego alemán más antiguo que conocemos con triunfos es el Karnöffel, que quizás derivase de un juego de cartas persa o indio llamado kanjifah o ganjifa. Por diversas referencias, sabemos que para finales del siglo XV constaba de siete u ocho cartas especiales. Según Michael Dummett, el Karnöffel se jugaba con una baraja alemana de la que se quitaban los ases. Es decir, tenía nueve cartas numeradas, del dos al diez, y las tres figuras de la corte características de Alemania: el rey, el under y el ober, que equivaldrían al caballo y la sota de las barajas españolas y se diferencian por la posición del signo del palo, encima en el ober y debajo en el under.

En general, en los juegos de cartas alemanes la función de los triunfos suele recaer en las figuras del under y el ober. Es el caso, por ejemplo, del Schafkopf (cabeza de oveja), un juego típico de la región de Baviera, cuya antigüedad se remonta a principios del siglo XVIII. En el Karnöffel, al principio de cada ronda, se escogía un palo para que sirviese de triunfo. El under de este palo era la carta de mayor valor y recibía el nombre de Karnöffel. Siempre de este palo, seguían en valor el seis, llamado el Papa, y el dos, que se denominaba Kaiser, Emperador. El siete de triunfos era otro triunfo; se llamaba Diablo o siete malvado y cumplía funciones similares al Loco del tarot. Además, tenían un valor especial el tres, el cuatro y el cinco del palo escogido como triunfos. No está claro si había más cartas con funciones especiales.

El juego del Karnöffel, por lo tanto, podría ser el antepasado directo del tarot, pero nos falta resolver una cuestión fundamental para confirmar esta hipótesis. La referencia más antigua al juego del Karnöffel es de 1426, en una ordenanza municipal de la ciudad de Nördlingen, en Baviera. El tarot surge unos quince años después, por lo que si el Karnöffel es más antiguo cabe sospechar que fue el primer juego en incorporar un quinto palo de triunfos. Sin embargo, en la ordenanza de Nördlingen no se especifica cómo era el Karnöffel, por lo que no podemos saber con seguridad si el Karnöffel comenzó a jugarse con triunfos influenciado por el tarot. Es más, aunque el Karnöffel ya tuviera triunfos en 1426, ¿podemos saber qué papel representaban esas cartas especiales en el juego?

Para responder esta pregunta, podemos acudir a otro juego con cartas especiales que aparece en Alemania por estas fechas; aunque en este caso no es una baraja, sino un libro. Fue escrito hacia 1432 por un monje dominico conocido como maestro Ingold y lleva por título Das spiel guldin, "El juego de oro". Inspirándose también en Cessolis, Ingold compara siete juegos con los siete pecados capitales. Al ajedrez le toca el orgullo y a las cartas, la lujuria.

Fragmento de una página de El juego del oro de una edición de 1472


El texto ha llegado muy corrupto y muchos pasajes son ininteligibles, pero lo más probable es que la baraja descrita por Ingold constase de 60 cartas repartidas en cuatro palos relacionados con el amor: rosas, símbolo de la belleza; coronas o diademas, que realzan la belleza; anillos, que denotan amor secreto; y monedas, que permiten comprar el amor o, mejor dicho, los servicios sexuales de una prostituta, que era una de las cartas del juego.

Cada palo incluye diez cartas numeradas, tres figuras de la corte, rey, reina y dama de compañía, y, en vez del unter y el ober, dos cartas especiales que actúan como triunfos, es decir, con mayor puntuación que las demás cartas. Como hay un unter y un ober en cada palo, en total hay ocho triunfos. Lothar Teikemeier, uno de los mayores expertos en el estudio del tarot, señala que estos ocho triunfos son el hombre noble (Edelman), el prestamista (Wuchrer), el mal sacerdote (Ptaff), la prostituta (Toypel), el rufián, es decir, el hombre que trafica con prostitutas, (Riffian), el encargado del local (Wirt), el vinatero (Weinman), y el agricultor o viticultor (Ackerman o Pauman der ven Wein Pauwn Soll).

Estas ocho cartas especiales tienen más valor que las cartas ordinarias, como ocurrirá en el tarot, y entre ellas, se establece una curiosa relación jerárquica: el prestamista gana al hombre noble; el mal sacerdote al prestamista, la prostituta al mal sacerdote, el rufián a la prostituta, el encargado al rufián, el vinatero al encargado, y el campesino gana al vinatero y al encargado. De esta manera, se refleja la concepción moral del maestro Ingold sobre el trabajo, el sexo y el vino. El hombre noble sólo puede perder, arruinado por las deudas, si se adentra por estos lares; mientras que el honrado campesino, no es ganado por nadie y cuenta con más posibilidades de ganar que los demás personajes, que sólo tienen una. Y aquí es, según Teikemeier, donde se produce el mayor parecido con lo que será el juego del tarot:

«La diferencia jerárquica entre las ocho cartas es que cinco tienen una posibilidad de perder y otra de ganar, por lo que se equilibran. Las excepciones son las otras tres: El hombre noble no tiene ninguna posibilidad de ganar, pero sí una de perder (contra el prestamista), por lo que es la "carta más baja". El encargado tiene una oportunidad de ganar (contra el rufián), pero dos posibilidades de perder (contra el vinatero y el agricultor), por lo que es la "la segunda carta más baja". La "carta más alta" es el agricultor, ya que tiene dos posibilidades de ganar y no puede ser capturado. Estas peculiaridades son muy parecidas a las que aparecerán después en el juego del tarot, donde hay un triunfo más alto (el Mundo), otro más bajo (el Mago) y uno que no puede ser capturado (el Loco)».

Por lo tanto, si la baraja imaginaria de Ingold reflejara las reglas reales del juego del Karnöffel, podríamos suponer que el tarot deriva de este juego alemán. En este sentido, hay otro documento muy interesante a tener en cuenta. Es del año 1423, después de que concluyera el concilio ecuménico de Constanza (1414-1418), durante el que se reunieron delegados de todas las grandes cortes de Europa en esta ciudad alemana. En este documento se menciona un pago de la casa de Este, señores de Ferrara, por una baraja que llaman de los ocho emperadores («carte da VIII imperadori»). No sabemos qué significaba exactamente la palabra Karnöffel, que quizás sólo sea una adaptación del término persa kanjifah, pero, en los siglos XV y XVI, el juego del Karnöffel también fue conocido como Kaiserspiel, Ludus Imperatoris y Ludus Caesarum, términos que se pueden traducir como El Juego de los Emperadores. Por lo tanto, es muy probable que el juego de los ocho emperadores mencionado en la nota de Ferrara de 1423 sea el Karnöffel, lo cual nos permitiría pensar que podría tratarse del antepasado directo del tarot inventado Italia en el siglo XV.

En Centroeuropa experimentaron con varios tipos de diseños durante el siglo XV. La Hofämterspiel, realizada hacia 1453, es una de las barajas de lujo más curiosas de la época. Cada palo representa un reíno (Francia, Alemania, Bohemia y Hungría) y está formado por distintos oficios. Curiosamente, ya aparece la figura del loco en la carta más baja, el as, con sus significados simbólicos habituales (locura, necedad, pecado)

Cartas figuratas


Antes de abandonar Alemania, podemos plantearnos una pregunta muy interesante: ¿por qué hicieron tantas barajas distintas mientras que en el resto de Europa se limitaron a adaptar los cuatro palos de las barajas árabes? En parte, supongo que la cuestión está relacionada con el origen de la xilografía.

La baraja alemana de Cloister, realizada hacia el año 1475, con sus naipes ovalados, es otro ejemplo de la creatividad con se hacían las barajas de lujo en Centroeuropa


Como explican Febvre y Martin, esta técnica de impresión ya se empleaba hacia 1350, unos cien años antes de que hiciera aparición la imprenta, justo en vísperas de la gran expansión del naipe por Europa. Por entonces, se aplicaba sobre todo en tres tipos de productos. Uno era en estampados textiles, otro para algunos detalles de los libros de pergamino, como las grandes letras capitales con que iniciaban los capítulos, y el tercero, para reproducir estampas populares:

<<  Las primeras xilografías que conocemos parecen remontarse al último cuarto del siglo XIV […]. Esta nueva técnica, que permitía multiplicar las imágenes religiosas en gran escala por medio de un material muy sencillo —algunos pedazos de madera y un cuchillo—, alcanzó de pronto gran auge. En tiempos en los que la religión constituía el centro de toda la vida intelectual y espiritual, en los que la iglesia tenía un papel principal y en los que la cultura era esencialmente oral, el empleo de una técnica capaz de permitir la multiplicación de imágenes piadosas resultaba más necesaria que la imprenta. Hacer llegar a todas partes las imágenes de santos que hasta entonces sólo era posible ver en los adornos de los capiteles, en las fachadas, en los muros y en los vitrales de las iglesias, así como divulgar sus leyendas; lograr que cualquiera pudiese contemplar, a su gusto y en su propia casa, los milagros de Jesucristo y las escenas de la pasión; hacer revivir los personajes de la Biblia; evocar la cuestión de la muerte; representar la lucha de ángeles y demonios en torno al alma de un moribundo, tal fue el papel esencial de la imaginería xilográfica, cuya necesidad se hizo sentir mucho antes y con mayor fuerza que la de reproducir un gran número de ejemplares de textos literarios, teológicos o científicos, manuscritos hasta entonces, para satisfacer las exigencias de una minoría de letrados y doctores >>.

Y lo que es más interesante es que aquella industria de la xilografía recién nacida se localizaba principalmente en los Estados franco-flamencos del ducado de Borgoña y en la región de Renania, una zona idónea para el comercio y la industria del papel al estar recorrida de arriba abajo por el río Rin. Así, podemos suponer que, una vez que llegaron las cartas a Europa, en Renania se reunían los elementos necesarios para que fructificasen nuevos diseños: tenían acceso al papel gracias a la ruta comercial del Rin; como todas las zonas fronterizas y comerciales, disfrutaba de una cultura rica y variada, estímulo fundamental para cualquier desarrollo creativo; y, además, dominaban el arte de la xilografía que pronto daría origen a una floreciente industria de las estampas populares, en la que había santos, claro, pero también cartas de juego. De hecho, que tengamos constancia, la primera vez que se mencionan las cartas en Boloña, ciudad universitaria clave en la redifusión de los naipes por el resto de Italia, es en 1395, cuando llegó a la ciudad un hombre llamado Federico de Germania para vender "cartas con figuras e imágenes y figuras de santos" ("cartas figuratas ad imagines et figuras sanctorum").

En resumen, contamos con suficientes indicios para suponer que, cuando llegaron las cartas a Alemania, quizás entre 1350 y 1370, sobre todo en la zona de Renania, ya existía la suficiente experiencia en la técnica de la xilografía para experimentar nuevos diseños y un mercado lo suficientemente receptivo a las novedades para impulsarlos. De todas maneras, para apuntalar esta hipótesis quedan estudios pendientes que analicen en profundidad la relación entre la industria del papel (tanto los molinos como los recolectores de trapos viejos), con el nacimiento de la xilografía en Renania y la posible presencia de los naipes en los países de Europa del Este a mediados del siglo XIV, así como un mayor trabajo de archivo en las bibliotecas alemanas en busca de más documentos que permitan determinar con exactitud cuándo llegaron los naipes a Renania.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Alguna pregunta?