SEIS DE ESPADAS



Esa carta es el SEIS DE ESPADAS del tarot diseñado por Arthur Edward Waite y dibujado por Pamela Colman-Smith. En ella, y según palabras de Waite en "La Clave Pictórica del tarot", se ve a un barquero cruzando un lago para dejar a una mujer y a un niño en la otra orilla. Es importante, dice Waite, señalar que no cuesta esfuerzo, es decir, que los pasajeros no pesan demasiado.

La nave es tradicionalmente símbolo de alegría. Sin embargo, en este caso, la nave o el hecho de navegar es, como en la Odisea de Homero, escapar a dos peligros esenciales: la destrucción (victoria del inconsciente, triunfo del océano) o el retroceso (la regresión o el estancamiento). Homero sitúa su final en un regreso al hogar, a la patria, a la esposa. Esta idea mítica corresponde analógicamente al misterio de la «caída» del alma en el plano material (existencia) y a la necesidad de su regreso al punto de partida (involución, evolución), misterio expuesto por el idealismo platónico y, particularmente, por Plotino. Este orden retornante corresponde a un concepto de universo «cerrado» como el del eterno retorno o el que concibe todos los fenómenos organizados en ciclo. La navegación, en una filosofía del infinito absoluto negaría al héroe incluso la llegada a la patria y lo haría navegador eterno en mares siempre nuevos, en horizontes inacabables. En este caso, Waite aclara que van hacia otra orilla.

Las personas a bordo pueden ser, aunque Waite no explicita nada al respecto, una madre y un hijo. La madre es un símbolo ambivalente: puede ser naturaleza o emblema de la muerte. Jung menciona el hecho de que en el "Traité de la Cabale", de Jean Thenaud (siglo XVI), se representa precisamente la figura materna bajo una divinidad del destino. Se ha considerado íntimamente ligado al significado de lo materno el sentimiento de nostalgia del espíritu por la materia o la sumisión del mismo a una ley informulada pero implacable (el destino).

Las espadas, al estar clavadas en la nave, adoptan la forma de cruz. El instrumento cortante se convierte en una causa de coherencia interna y de unión fecunda, por una de esas contradicciones aparentes, pero engañosas, que caracterizan a tantos símbolos.

En una interpretación de primer nivel, esta alegoría podría asociarse a la palabra Objetividad o sentido común o sensatez. Cruzando las calmadas aguas del inconsciente, llega el momento de abandonar ideas preconcebidas, falsas expectativas y mirar a la realidad cara a cara. La madre, como símbolo del destino, nos da la espalda. No nos queda más que avanzar usando todas las herramientas que tenemos a nuestro alcance: sentimientos, emociones, inteligencia, etcétera y con calma y sensatez, alcanzar la otra orilla. El naranja de la nave refuerza este simbolismo. Es una carta que le pide sensatez y objetividad al consultante, sentido práctico. Abandonar toda expectativa no realista, dejar reposar el inconsciente (ese lago en calma), fluir con los acontecimientos sin forzarlos. Volver a lo material y abandonar o frenar cualquier atisbo de irracionalidad emocional que nos destruya o que nos haga retroceder en nuestra evolución espiritual o búsqueda incansable de cierto grado de felicidad. Es una carta de reflexión, de freno, de detener la imaginación y volver a la realidad objetiva. Es una carta de corrección, de ajuste, de ser frío y racional y abandonar cualquier pensamiento ilusorio.

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