CABALLERO DE VARAS siguiendo a Pamela Colman



Ese es el CABALLERO DE VARAS del tarot dibujado por Pamela Colman-Smith siguiendo las instrucciones, algunas veces caóticas, otras veces muy precisas, del eminente ocultista británico Arthur Edward Waite. Asegura Waite en su librito "La clave pictórica del Tarot" que el caballo refleja exactamente la personalidad del caballero y que tanto la forma de vestir como el tamaño de la vara determinan que no va preparado para la guerra. Al fondo, algo que podrían ser pirámides.

Considerando que la alquimia es una técnica medieval de espiritualización, en cierto modo comparable a la Caballería, y atendiendo a ciertos rasgos basados en el simbolismo del color, hemos establecido un parangón que creemos muy interesante para dilucidar unos extremos del simbolismo concreto del caballero. Con frecuencia, los relatos medievales y leyendas hablan del caballero verde, blanco o rojo; con mucha mayor frecuencia todavía, del caballero negro. ¿Se trata de meras estimaciones estéticas del matiz, con literal y decorativo sentido? ¿La determinación del color proviene de un fondo forzoso y altamente significante? Me inclino más por esto último. Dado que la escala de colores ascendentes (progresivos, evolutivos) en alquimia es: negro, blanco, rojo (materia prima, mercurio, azufre) con una etapa final, sólo aludida (dorado, oro), podemos establecer una escala descendente con los otros colores, desde cielo a tierra (azul a verde). Estos dos matices son los símbolos del factor celeste y terrestre natural. Dadas las asociaciones siguientes: negro (culpa, penitencia, ocultación, oscuridad, regeneración en la profundidad, tristeza), blanco (inocencia, natural o recobrada por la penitencia, iluminación, alegría) y rojo (pasión, moral o material, amor y dolor, sangre, heridas, sublimación y éxtasis), se puede determinar que el Caballero verde simboliza al precaballero, al escudero, al aprendiz de la caballería; el Caballero negro, al que sufre y trabaja, todavía en la oscuridad y en la culpa, en el castigo de la penitencia, para transformarse y aparecer en la gloria (de la fama mundana o del cielo trascendente); el Caballero blanco (sir Galahad) es el triunfador natural, el «escogido» de los Evangelios, o el iluminado después de la etapa de nigredo; el Caballero rojo es el caballero sublimado por todas las pruebas, ensangrentado por todos los sacrificios, supremamente viril y dominador de lo inferior, quien, lograda la gran obra de su vida, es acreedor al oro de la última metamorfosis: su glorificación.

Dado que, según Waite, el caballo refleja la verdadera personalidad del caballero y éste es predominantemente rojo (o anaranjado fuerte) y dado que tanto el penacho como los bordes de la capa aparentan ser llamas, y dado que el traje amarillo está cubierto por algo que aparenta ser serpientes enrroscadas (pero no ouroboros) o pequeños dragones negros que hablan de incumplimiento de las máximas de la caballería (esto es, la ausencia de castidad) podemos definir el rol del CABALLERO DE VARAS como alguien sexualmente activo, muy impulsivo, errante en desiertas extensiones (la banalidad de su lucha o de su conflicto está reflejada en ese paisaje desértico). Apasionado de forma efímera, flamígero (esto es, luminoso, brillante pero sin un fondo emocional denso), sobrecargado de ego (el penacho rojo en la cabeza es una extensión falsificada de uno mismo). Irritable, impaciente, sin verdaderas dotes de mando ni autoridad (el tamaño de la vara determina este simbolismo). Cargado de razones basadas en sensaciones (que no en emociones), actúa a veces de forma irreflexiva e inútil. En otras ocasiones, el CABALLERO DE VARAS muestra esa predisposición a actuar, ese deseo de refulgir y brillar a base de acciones y actividades. Podría equiparase a la energía de una persona que se mueve entre los 30 y los 40 años, aún mantiene cierto vigor juvenil y, simultáneamente, empieza a desarrollar cierta madurez (el amarillo). Mantiene un alto nivel de ego (que no de autoestima) y busca triunfar por encima de todo (sea lo que sea ese "triunfar"). Tiene además cierto apego a lo que fue pero ya no es (de ahí que viaje hacia la izquierda o el Oeste del Edén). Esto implica, en sentido negativo, rencor y deseos de revancha.


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