La Corte (I): LA PAPISA (La Via Alegorica)


La Papisa es una extensión del papel de Abadesa, el cargo más alto que puede ocupar una mujer en el seno de la Iglesia Apostólica Romana, imperante en la Europa del siglo XVI y XVII. La Abadesa se encarga de preservar la virginidad y moralidad de las novicias a su cargo dentro del convento pero no puede hacer discursos ni encíclicas ni actuar en un plano de igualdad con un Abad. Su trabajo está supervisado por un hombre, un obispo, es decir, el tercer nivel en el escalafón de la jerarquía de la Iglesia. La Papisa salva este escollo de supervisión masculina al colocarla en un plano de igualdad aparente con un Papa, pero ambas acatan las reglas y normas de la Ley de Dios, un intangible contradictorio y feroz. Lo que el Papa es para los hombres, lo es la Papisa para las mujeres.

Alegóricamente, el convento en el que ejerce este poder específico para mujeres (un universo femenino sometido a las reglas de los hombres, aceptándolas con alto grado de sumisión y abnegación y sin cuestionar jamás su validez) es la propia Zona de Confort privada de LeConsultant: su casa, su reino. Al estar en la zona inferior del esquema que ven, la Papisa está en el mundo terrenal, material, mundano: para mantener el Orden es necesario controlar el Sexo viene a decir. Y esa es la principal actitud de la Papisa: no tiene opinión acerca del cambio climático, no tiene opinión política definida aunque se acerca más hacia las opciones conservadoras, especialmente en lo tocante a la moral sexual. Pero sí tiene claro que el Sexo no es bueno, o no en exceso. Todas las expectativas de la Papisa se centran en conseguir que las mujeres mantengan su virtud y virginidad intactas hasta que puedan encontrar un único marido para toda la eternidad, encargándose de la logística y mantenimiento de la casa, de las labores de cocina y limpieza y de mantenimiento de la Zona de Confort. Y sobre esta idea arcaica, anticuada y obsoleta, construye expectativas, sueña mundos ilusorios para sus hijas e hijos, en los que la virtud y castidad son premiadas con buenos hombres, trabajadores, cuidadosos, amorosos y simpáticos.



La Papisa es la alegoría de las expectativas infundadas o sostenidas sobre una irrealidad o sobre unos principios abstractos e injustificables. La Papisa también es la alegoría del Miedo a Lo Desconocido, es decir, a todo lo que no sea la casa, la familia, lo cercano, un mundo caótico y envuelto en el pecado: homosexuales y transexuales hermosos besándose por las calles, esa promiscuidad de los veranos en las playas de alguna ciudad linda, esas modas que convierten a las mujeres en buscadoras de hombres o en prostitutas. El sexo, el intercambio de fluidos y otras variantes, es siempre sucio, perverso, un mal necesario, un mal trago por el que hay que pasar si se quiere alcanzar la gloria de ser una mujer virtuosa.

La Papisa es la alegoría de la Moral Retrógada Machista, esa que asegura que una mujer solo está completa o realizada si a su lado hay un hombre fértil con capacidad económica suficiente. O al menos, que no sea un vago, un parado o ¡un hippie!.

La Papisa es la alegoría de la Culpa, esa palabra viscosa que exime de responsabilidad. Si la chica tiene un novio que no considero que es adecuado, es mi culpa. Si me maltratan o me insultan es mi culpa. Y la culpa, ya saben, se corrige permitiendo ser crucificada, torturada y vejada hasta niveles intolerables.



La Papisa es la alegoría exacta de un mundo femenino organizado y formalizado con las Leyes de los Hombres (en sentido literal), es decir, qué y qué no puede hacer una mujer para ser considerada "buena" por los Hombres, entendida esta palabra como una entidad abstracta, una nube indefinida de comportamientos, conductas, formas, maneras. La castidad, la discreción, la obediencia ciega a esas normas y todos esos valores que permiten aún que no exista igualdad entre hombres y mujeres están en esta carta.

La Papisa es la alegoría del sueño que algunos hombres tienen acerca de cómo deberían ser la mujeres: discretas, castas, obedientes, pulcras, limpias, cariñosas y atentas a que no les falte de nada. Esas madres que aún hacen las camas de sus hijos adolescentes, que llaman "putas" a cualquier mujer que aparente sentir deseo sexual o se intuya por su forma de vestir o de hablar están en esta carta. Esas mujeres que solo hablan con mujeres y que no van solas a ciertas horas o en ciertos sitios, están aquí. Todas esas personas que piensan que la víctima de una violación es culpable de haber sido violada, están en esta carta. Esas mujeres y hombres que aspiran a ser esclavas o tener esclavas dentro de un orden moral rígido y estricto están en esta carta.

Las abadesas aceptan la separación de roles en el seno de la Iglesia y obedecen, sin protestas ni motines, que determinadas acciones solo pueden ser llevadas a cabo por hombres (dar misa, escuchar en confesión, realizar la transmutación en un altar, escribir encíclicas, dar conferencias y charlas morales, convocar ruedas de prensa o escribir libros). Que es una abadesa y sus novicias las que se encargan de mantener al Vaticano limpio de polvo y paja y que nunca verán a un hombre hacerlo. Las abadesas son de gustos frugales, no dilapidan el dinero en costosos conjuntos ni abalorios, más bien buscan cierto espíritu estoico, de sacrificio. En el interior del convento, dirigen con mano firme a las mujeres y aceptan que los hombres (sean o no novicios) deben ser atendidos (las casullas limpias y planchadas, los zapatos impolutos, los crucifijos y otros collares, brillantes como diamantes) como lo que son: los que mandan, los que toman las decisiones. En público, las abadesas no emiten opinión sobre nada, valoran más el silencio que el ruido y tratan de parecer envueltas en la inocencia y la santidad, sonrientes, alegres en sus hábitos de telas bastas y colores neutros. En privado, en sus conventos, el hombre es solo un invitado al que hay que atender y servir pero sin mando o no más que el de juzgar si la abadesa está permitiendo que sus novicias y los novicios que pudiera tener a su cargo, sean licenciosos o, peor aún, librepensadores... Análogamente, deben interpretar que esas abadesas son las Madres (su reino es su casa) y sus hijos, de ambos sexos, los novicios. Su compañero, por definición, es un Papa que, por supuesto, no sabe nada de intendencia general, de mantenimiento de esa casa y que solo se ocupa de Moralidad (o de moralina, si lo prefieren)

La Papisa es la alegoría de todo eso que deben hacer las mujeres en una sociedad machista para poder ser respetables. Y eso implica una educación diferenciada para chicos y chicas, roles no intercambiables, relaciones jerárquicas. La Papisa también tiene una idea cabal de qué es un buen hombre (trabajador, voluntarioso, amante de los animales, limpio, sin demasiados vicios y perfectamente inútil para valerse por sí mismo sin la ayuda de una mujer que le tenga ordenada la ropa y la comida caliente). La bondad y la maldad de la Papisa, es la misma que la del Papa: solo está unida a comportamientos que incluyen la sexualidad y, por lo tanto, el peligro de una moral laxa. ¿Follas mucho, mujer, con hombres y mujeres, a veces con todos a la vez? ¡Oh, abominación! ¿Haces exactamente lo mismo, hombre, pero descartando a otros hombres? ¡Oh, un Hombre De Verdad! ¿Vas a estudiar Ingeniería naval, oh mujer? ¿Para qué, con lo difícil que es? ¿Vas a estudiarlo tu, oh hombrecito? ¡Un Ingeniero Naval, qué honra, qué gloria!... y así, ad nauseam!



La Papisa es la alegoría de la Sobreprotección, de la Vigilancia estricta, de la rectitud de las costumbres y de la moral. Normas en el vestir, en las horas de entrada y salida en la adolescencia, ese preguntar donde vas y con quien vas si eres chica (como si la Papisa conociera a todo el mundo y supiera quién es buena influencia (está en otro convento) o no (vive en un burdel), No es la moral del bueno-malo clásico (una Papisa no tiene opinión sobre Nicolás Maduro ni sobre Putin, ni le importa especialmente que se abuse de personas (algo habrán hecho) o se las torture (algo sabrán)). Es un bueno-malo basado en la castidad frente al vicio,. el recato frente a la impudicia...

Ahora imaginen más de las abadesas convertidas en Papas. ¿Cómo es la vida sexual de las abadesas? ¿Permiten la homosexualidad? Todas esas personas que no preguntan por sí mismas al tarot, sino por sus hijos, hijas, primos, concuñados, vecinos, yernos, nueras e, incluso, por "mi marido" están en esta carta. Expectativas de que a todos esos que son míos, de mi convento, les vaya bien de acuerdo con lo que les he enseñado... y si les va mal, siempre pueden volver aquí, las puertas del convento están siempre abiertas para mis hijxs, aunque sean todos unos auténticos Hijos de Satanás...


Pero, entonces La Papisa es, ¿Solo pensamiento moralmente machista? No exactamente. Imaginen que viven en comuna, con reglas en la comuna: viva la poliandria, vivan las drogas enteógenas, viva la igualdad, la libertad y la fraternidad, viva la vida. Imaginen que, en ese modelo social y cultural, tienen hijos, marido, marida, o nada en absoluto. Imaginen que solo se alimentan de verduras y frutas, que viven desnudos y que consiguen un poco de dinero vendiendo artesanía en las calles. Imaginen que tienen hijas e hijos. Educan a su hija en este régimen, en este sistema. ¿Qué esperan? Que no sea algo de todo eso que viven y caiga en el pecado del mercantilismo, de las relaciones monógamas jerárquicas, de la obediencia debida al hombre, etcétera. Una Suma Sacerdotisa pagana. Así que vive en la esperanza de que sus hijas serán como ella, cumplirán escrupulosamente los dictados morales que les han enseñado. El miedo tiene forma de televisión (los anuncios), las redes sociales (el postureo) y que, en general, el mundo está podrido por la desigualdad. La Suma Sacerdotisa sigue siendo abadesa, quizá de un convento menos constreñido sexualmente, pero aferrado a valores morales y éticos definidos.

Además, dado que la abadesa de un convento confía en la sabiduría de dios y la Suma Sacerdotisa en la sabiduría de diosas, confían ciegamente en que actos mágicos concretos les ayudarán, a ella y a los suyos, a seguir por el Camino de la Corrección. Es por analogía que, algunos libritos, añaden la palabra Bruja o Hechicera a las definciones de Papisa: creer que algo trascendente y superior a nosotros hará justicia: encenderemos velas, haremos sacrificios, mataremos a seres sintientes para que un dios nos escuche o dibujaremos sigilos en la arena de una playa. Es por esto que La papisa adopta el sentido de hechicera o bruja.

De esta forma puede entenderse la Papisa para cualquier tirada como una expectativa irreal y carente de fundamento, un sueño que choca frontalmente con la realidad o, más exactamente, que trata de adaptar la realidad del convento a la vida cotidiana. La Papisa es la alegoría de la frustración, del enfado y también de sumisión a los designios divinos "me ha tocado esto". La Papisa además tiene la facultad de leer la mente o de saber, con pequeños gestos, con miradas reveladoras, con palabras dichas en frases intrascendentes, qué piensan, qué saben, cómo se van a comportar. Y se equivocan, claro, porque intentan adaptar la realidad a lo que ellas piensan de esa realidad. En este sentido, algunos libritos unen la Adivinación a la Papisa, pero no es cierto que adivinen: no saben mejor que uno mismo, qué necesito o qué quiero. Tengan en cuenta que la abadesa solo se preocupa por mantener la integridad y prestigio del convento, no de las novicias, más allá de ejercer una autoridad feroz para que jamás incumplan una orden moral, una restricción sexual, que las puede convertir en "malas" personas.

Así, en cualquier tirada, interpreto que el estado del animo de LeConsultant es intentar que la realidad se acerque lo máximo posible a un sistema moral concreto. En un sistema poliándrico no estaría bien vista la monogamia ni el individualismo y la castidad podría considerase como herejía. Pero, evidentemente, la realidad es líquida mientras que el pensamiento de la Papisa es pétreo.

La Papisa, en lo íntimo, adopta el papel de masoquista pura. Sufre lo que sea necesario sufrir todo sea por mantener los valores morales del convento en vigor. ¿Hay que sufrir maltrato (un tipo de penitencia)? Ya se cansará, piensa la Papisa, porque antepone el orden moral de índole sexual a cualquier otro principio o valor, incluso por encima de la propia dignidad...

Pero, ¿que significa en una tirada de amor que aparezca este arcano? ...



Eso que ven es una Tirada a Tres que permite determinar, con cierta precisión, en qué momento se encuentra la relación que une o relaciona de alguna forma a A (LeConsultant, 1) y B (Otrx, 2).

Como siempre depende de la pregunta, de la forma de la pregunta... La Papisa, recuerden, es la alegoría de la abadesa de un convento en el que se instruye, de forma precisa, cómo debe comportarse una mujer de verdad, para los hombres, según un tratado oral, transmitido de generación a generación desde que las diosas cayeron del panteón, el sacrosanto libro de las Leyes de los Hombres y Del Uso y Mantenimiento de Esos Seres Llamados Mujeres. Por lo tanto, en la pregunta siempre hay implicada, al menos una persona de sexo femenino y otra que se puede pintar con el palabro "masculino".

La primera interpretación parte del supuesto que A y B se conocen pero aún no tienen ningún tipo de relación íntima. Si A es mujer, entonces A se está comportando en todo momento como se supone que es el Modo Pasivo de Encontrar Pareja o Fuego Amigo, que es esperar a que él (B) diga/haga algo sin que apenas se note que a A le gusta B. A es la mejor saboteadora de sí misma. Si A no empieza a hacer algo que señale, aunque sea vagamente, que indique a ese B que a A le resulta irresistible, B se irá. La solución pasa por sugerir que A tome la iniciativa porque B no lo va a hacer (Papisa es la alegoría de la Esperanza Vana).

Si es B la mujer, entonces A está sobreestimando a B, la cree más virtuosa, más perfecta, más ideal, más de todo de lo que realmente es o cree que debajo de una fachada de puro odio y asco, existe un corazón puro y bondadoso deseando amar y ser amado, que él, A, podrá, con la fuerza de su amor, convertir a ese ogro, a esa mujer furiosa, en Blancanieves o cualquiera de sus variantes.

La segunda interpretación parte del supuesto que A y B tienen una relación íntima frecuente. En este caso, la Papisa adopta la forma alegórica de Sacrificio y Abnegación esperando un "cambio" en B que jamás se va a producir, una especie de Masoquismo que, en su versión extrema, es capaz de soportar violencia física y verbal.Poco importa que sea A o B la mujer o que amabas lo sean o que ninguna lo sea: B humilla, maltrata o basurea a A...(la abadesa se castiga fieramente con fustas, látigos o envolviéndose en punzantes cilicios si alguna vez, un instante solo, hubiera dejado de pensar en Él y empezar a pensar en él, el jardinero...o en ella, Sor X. Además las abadesas tenían la extraña costumbre de fustigarse cruelmente si alguna de sus novicias incurrían en falta pues indicaba que la abadesa no era suficientemente capaz. Y este sentido simbólico adopta la forma de Masoquismo Extremo, ese espíritu de sacrtificio inútil y sin sentido más allá de una fe ciega en una ley irracional)

Pero esto es solo una interpretación alegórica. Añadan más cosas que saben, que si es de un signo u otro, que si mira hacia allí o hacía ese otro allí, que si va vestida de azul, con su camisita y su canesú.... y diviértanse!



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