Oh, ahí viene el Rey de Copas con su mensaje de Paz y Amor, con esa intención de amar a todos los seres sintientes, preferiblemente personas. Si no tiene la suerte de poder amar a una sola, entonces amará a la humanidad entera por igual, una forma sutil de poliamor.. Se acabó la sensualidad incandescente, se acabó el erotismo del amor, ahora solo queda el Amor con mayúsculas, ese amor del Papa y sus bendiciones urbi et orbi, esa calidez y armonía, esa tranquilidad de espíritu. Compasivo y generoso, este Rey sabe del camino que conduce al desapego, a la ausencia del deseo y, por lo tanto, a la eliminación de todo tipo de sufrimiento. El Rey de Copas practica el Noble Camino Octuple que conduce al Nirvana: Visión correcta, Pensamiento y determinación correctas, hablar, actuar y llevar un modo de vida correcto, utlizar la mente de forma correcta y estar atento de forma correcta. Todo muy correcto de acuerdo con los patrones mentales que construyen el entramado de reglas del Papa, que también está en este Rey.
Emocionalmente el Rey no tiene ningún vínculo formal con nadie en particular, sino uno fundamentado en la confianza recíproca que no necesita ser dicho ni explicitado. Podría ser una amistad profunda pero no lo es: el Rey de Copas mantiene un alto grado de desapego, sabe que todo es efímero y resto de clichés. Pero mientras que algunos, al escuchar esos aforismos obvios tienen más tendencia a apegarse a los restos de un pasado histórico, el Rey de Copas se desapega.
El Rey de Copas no tiene ningún tipo de interés sexual en particular, no tiene esa intención. La castidad del Papa prevalece en este Rey también, pero sabe que sexo y amor están para algunas personas, indisolublemente unidos así que acepta gustoso proposiciones deshonestas de toda índole siempre y cuando sean apropiadas, correctas y no contravengan ninguna de las restrictivas reglas de los Papas respecto al sexo, poco y sin gozar mucho, que mucho gozo conduce a la perdición...
Cuando LeConsultant es mujer, este Rey de Copas se convierte en Castidad o, más exactamente, en alegoría del Amor Casto, esa ardiente candidez de algunas personas, fieles amantes de sus compañeros/as, incapaces de ninguna infidelidad y sin embargo, extremadamente cariñosos con todo el mundo. Esa bondad tan cristalina que no puede ser confundida con estupidez, porque solo los tontos muy tontos son capaces de decir que de buenos que son, son tontos. Y las tontas, claro. La serenidad de un corazón puro, ajeno al juicio y a la crítica destructiva, siempre atenta, siempre consciente...
¿Y si me aparece en una Tirada a Una Carta, qué digo? ¿que soy una buena persona?... continuará...
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